Un acercamiento mitológico a la relación de las mujeres y las serpientes
Nora Merino
Para los antiguos pueblos, la serpiente era un animal que representaba inmortalidad, ya que después de un largo letargo invernal, aparecía renovada en primavera, en el ciclo vida-muerte-regeneración presente en los cultivos, en la luna o en las mujeres. Además, la serpiente es capaz de vivir en diferentes lugares sean bosques, desiertos o ríos, y sus movimientos ondulantes pueden recordar a los de una espiral, símbolo sagrado que representa la naturaleza, el Universo, el espacio-tiempo e incluso la propia vida, así como a las ondulaciones de los ríos, los anillos de los árboles, las formas que deja el viento en el desierto, e incluso el cordón umbilical. Así, la serpiente se convirtió en símbolo de sabiduría, fortaleza, salud, longevidad, rejuvenecimiento e inmortalidad, y en diversas culturas se utiliza su imagen como protectora del hogar.
«El simbolismo de la serpiente ofrece una gran cantidad de matices distintos, pero es más que probable que todos estos matices procedan de una sola idea central: la serpiente es inmortal porque se regenera, por tanto es una fuerza de la luna y, en cuanto tal, dispensa fecundidad, ciencia e incluso inmortalidad . Y de esta idea central parten sin duda una gran cantidad de leyendas y mitos, recogidos por la literatura de todos los tiempos, en los que la serpiente (o un monstruo semejante como el dragón) es el guardián permanente de la fuente sagrada, del árbol de la Vida o de la inmortalidad. Después aparecerá otro grupo de mitos que recuerdan el funesto episodio en el que la serpiente arrebata al hombre la inmortalidad o la felicidad eterna que le había sido concebida por la divinidad (es el caso del Paraíso Terrenal), pero en estos mitos se advierte ya que la idea primaria ha sido claramente modificada.
La iconografía religiosa prehelénica, del Egipcio antiguo, de los incas, aztecas, mayas y papúas, por no citar más que algunos ejemplos, ofrece multitud de casos de sacralización de la serpiente y ello sería ya un índice de partida para pensar en la enorme seriedad con que estos pueblos veían la cuestión. El mito o leyenda más frecuente es el de la unión de una serpiente y una mujer, luego, con menos abundancia, el de la serpiente como causa de la menstruación, adoración a una cobra de las mujeres que quieren tener un hijo, conjurar la fecundidad de la mujer con serpientes de piedra, la mujer con cabellos o crenchas de serpiente, los cabellos que se entierran o que caen al agua y se convierten en serpientes, y otras muchas de corte semejante. En la mayor parte de los casos se considera a este animal como motivo de fecundidad»
La mujer y la serpiente, José Antonio Alvarez Osés
La figura de la serpiente como representación de la diosa, o compañera de la misma, está presente en relatos mitológicos de una gran cantidad de culturas ancestrales. Veamos algunos ejemplos de ello;
Mari. Diosa principal de la mitología vasca. La serpiente es una de sus representaciones simbólicas. En la antigua mitología vasca, la serpiente Suggar es el compañero de Mari. Sugaar debe ser entendido en última instancia como una emanación de la propia Mari. Para el pueblo vasco, los encuentros sexuales entre Sugaar y Mari ocasionaban fuertes tormentas. Sugaar está representado por el lauburu, una de las imágenes de la propia Mari y símbolo nacional vasco.
Şahmaran. Antigua diosa de la sabiduría en la región de Kurdistán. Es también considerada un símbolo de protección y de fuerza femenina. Con cabeza de mujer y cuerpo de serpiente, es común encontrar la imagen de Şahmaran en las casas kurdas.
Nammu. Diosa que dio a luz al Cielo y a la Tierra en los tiempos sumerios. La representación de esta diosa es el de una mujer desnuda, erguida, con cabeza de serpiente y amamantando a un bebé. Es interesante que, posteriores a los sumerios, la palabra que los acadios utilizaron para ‘sacerdote’ se traduce como encantador de serpientes.
Tiamat. Para los acadios, el poema épico de Enûma Elish, escrito con caracteres cuneiformes en una tablillas que datan del 1900-1600 a.C., narra el origen del mundo. En el poema se explica que, antes de que el cielo y la tierra tuviesen nombre, existía la diosa del agua salada, Tiamat, principio femenino, madre de todo los que existe. Tiamat está representada como una dragona. El dragón o la dragona son figuras emparentadas con la serpiente. En el poema, Marduk, nombrado por los dioses como «dios supremo» para enfrentar a Tiamat, la asesina después de una dura batalla. El cuerpo de Tiamat fué partido por la mitad por Marduk. De su mitad superior se creó el cielo y de su mitad inferior, la tierra, y a su vez, sus lágrimas se convirtieron en los nacimientos del río Tigris y el Éufrates. El asesinato de Tiamat es conocido por ser el primer asesinato de una diosa en la mitología, lo cual supuso un momento de inflexión en la historia de las mujeres y del patriarcado.
Uadyet. Es una diosa con forma de cobra. La cobra actuaba como protectora de dioses y faraones en la mitología del antiguo Egipto a través del Uraeus, representación de la diosa Uadyet. Simboliza la fuerza del crecimiento y la fertilidad del suelo y las aguas. Esta misma representación de la cobra está también en muchas de las imágenes de Buda en las que la cobra de siete cabezas, el Naga Muchilinda, le protege mientras medita.
«De los antiguos registros egipcios sabemos que la imagen de una cobra era el signo jeroglífico para la palabra Diosa, y que la cobra era también conocida como el Ojo, un símbolo de mística clarividencia y sabiduría. La Diosa cobra conocida como Ua Zit era la deidad femenina del Bajo Egipto en los tiempos predinásticos. Más tarde, la Diosa Hathor y la Diosa Maat aún eran conocidas como el Ojo […] además se erigió un santuario profético – probablemente el sitio de un anterior templo a la Diosa Ua Zit – en la ciudad egipcia de Per Uto, que los griegos llamaban Buto, el nombre para la propia diosa Cobra»
El cáliz y la espada, Riane Eisler
Tanit. La diosa Tanit nació en las costas del norte de África y posteriormente fue incorporada por los fenicios y cartagineses, convirtiéndose en patrona de la ciudad de Cártago. Tanit fué la diosa principal del Mediterráneo durante muchos siglos. El culto a Tanit comenzó a cobrar importancia a partir del siglo V a. C. Recibió culto de los Iberos desde el siglo IV a.C. hasta la época romana. Se la conocía como la diosa de la luna y la serpiente.
Aido-Hwedo. En la mitologia del pueblo africano fon, se cuenta que la diosa Mawu Lisa, que simboliza la dualidad de la vida al tomar una forma mitad mujer mitad hombre, crea a la serpiente Aido-Hwedo para ayudarle. Después de crear el mundo, Mawu vió que, por los árboles, las montañas, los animales y demás, el mundo pesaba demasiado, así que pidió a Aido-Hwedo sostener el mundo. Como la gran serpiente no soportaba bien el calor de las profundidades, Mawu creó los mares y océanos para que Aido-Hwedo pudiese vivir en ellos. Cuando Aido-Hwedo se mueve para cambiar de posición, se producen los terremotos y tsunamis.
Amaru. Amaru significa serpiente en quechua. La serpiente es fundamental en la cosmología andina, representa sabiduría, vida, muerte y eternidad. Simboliza el agua, la fuerza del rayo, la continuidad, la vía láctea, los ríos, los caminos sagrados, la unión entre el cielo y la tierra. Además se dice que todo lo que compone la vida está escrito en las escamas de Amaru. Representa también el equilibrio de vida y muerte, por lo que se considera como masculino destructor y femenino creador, además es responsable de las lluvias, tormentas, granizadas y de la neblina; como también de los manantiales, lagos y lagunas.
Las serpientes Kai Kai y Txeng Txeng. Las culebras son esenciales en la cosmovisión del pueblo Mapuche. La historia que expresa el diluvio en el mapudungu explica que, por el enfado de la serpiente marítima Kai Kai, empezó a llover tanto que todo empezó a inundarse. Entonces la serpiente Txeng Txeng hizo subir las colinas para proteger a la gente. Cuatro personas consiguieron llegar a lo alto de la colina y salvarse, una anciana y un anciano, que mantuvieron la tradición y la cultura mapuche, y una mujer y un hombre jóvenes, que repoblaron el territorio.
Coatlicue. La serpiente es un animal sagrado en la cultura azteca ya que representa la naturaleza en muchas formas. La triada de diosas serpientes “coatl”: Coatlicue (Falda de Serpientes), Cihuacóatl (Mujer Serpiente), y Chicomecoatl (Siete Serpientes) como todas las deidades portadoras de serpientes evocan los ciclos estacionales, la riqueza de la tierra y la abundancia de las cosechas. Coatlicue era la diosa azteca de la vida y la muerte, de la tierra y de la fertilidad, y los aztecas le dedicaron toda su devoción. Su representación más conocida es una figura antropomorfa que lleva una falda de serpientes y un collar de manos y corazones. Su cabeza se forma por dos serpientes enfrentadas, símbolo de la dualidad, un concepto básico en la cosmovisión de las civilizaciones precolombinas.
Coatlicue fue madre de todo y de todos, incluso de los dioses aztecas. Una vez, mientras barría, cayó del cielo un hermoso plumaje que ella recogió y colocó en su seno. Cuando terminó de barrer, buscó la pluma que había guardado, pero no la encontró. En ese momento, quedó embarazada. El embarazo misterioso ofendió a sus 400 hijos, quienes decidieron matar a su madre, pues una diosa podía concebir hijos solamente con otros dioses. Así fue que le cortaron la cabeza a Coatlicue, pero en ese mismo momento, de su vientre nació Huitzilopochtli armado y mató a muchos de sus hermanos y hermanas, cuyos cuerpos se convirtieron en estrellas.
Tlazoltéotl. Representación de las culturas del México precolombino, se trata de una deidad lunar de la fertilidad que protegía a las mujeres durante el parto. Se representa con dos serpientes a la altura del útero.
-Equidna (víbora en griego), hija de Tártaro (El Inframundo) y Gea (La Tierra) en la mitología griega, era una ninfa con torso de mujer y cuerpo de serpiente. Equidna sería la madre de la mayoría de los monstruos más importantes de los mitos griegos. El gigante Argos la mata mientras duerme en su cueva. El relato describe a Argos como héroe civilizador.
-La gorgona (en griego antiguo “terrible”) era un monstruo femenino de la mitología griega, a la vez que una deidad protectora procedente de conceptos religiosos muy antiguos. Su poder era tan grande que cualquiera que intentase mirarla quedaba petrificado, por lo que su imagen se ubicaba en todo tipo de lugares como por ejemplo templos. La gorgona llevaba un cinturón de serpientes, entrelazadas como una hebilla y confrontadas entre sí. En un principio las gorgonas eran hermosísimas mujeres, descendientes de Gea, que posteriormente fueron transformadas en monstruos con cola y cabellos de serpiente. Sus nombres eran Medusa, Esteno y Euríale y corresponden a la la sabiduría, la fortaleza y la universalidad. Pero como en todo proceso de dominación, las antiguas deidades de una cultura se transforman en los demonios de la cultura predominante.
En la mitología griega los monstruos encarnan el caos, la barbarie, el salvajismo, lo primitivo. Es decir, seres que se oponen a la “norma”, a la lógica y a la normalidad de un orden jerárquico y patriarcal. Se puede ver una sucesiva pérdida de protagonismo teológico de todos estos personajes, seres de naturaleza ctónica y apariencia monstruosa, que son asesinados por los dioses olímpicos y por héroes (masculinos) protegidos por éstos. O sea, estamos asistiendo al sometimiento de la deidad Gea, la Madre Tierra. Por eso, podemos también afirmar que la incomprensión masculina hacia las mujeres y su misoginia aparecen retratadas en todos y cada uno de los monstruos mitológicos femeninos. Son monstruos que encarnan los recelos y el miedo irracional que muchos hombres sentían hacia las mujeres.
Siguiendo el hilo que empieza con el asesinato de Tiamat, y continúa con la demonificación o asesinato de la mujer y la serpiente, ambas anteriormente veneradas, las religiones abrahamicas, especialmente el cristianismo, narrarán su dominación ante los antiguos pueblos mediante el asesinato del dragón, como en el caso de San Jorge, o la expulsión de las serpientes, como San Patricio en Irlanda. Ya en las historias que narran la creación de la humanidad en las religiones abrahamicas, aparece presente la serpiente como provocadora de la tentación de Eva. A partir de esta escena religiosa, la mayor parte de la iconografía mostrará a la serpiente como simbolismo de una actitud peligrosa o transgresora, la tentación y sumisión ante el mal. Por su parte, Lilith ha sido representada usualmente como aliada de la serpiente, o como un demonio femenino con cola o escamas del animal.
«En Inglaterra, los cristianos tomaron posesión de los lugares sagrados dedicados a la Diosa de dos formas diferentes: construyendo iglesias dedicadas a San Miguel, o capillas en honor a María. San Miguel suele representarse pisando una serpiente. […] En una cultura que respeta a la Tierra, se considera que el dragón es benévolo, sin embargo en las culturas judeo-cristianes, donde se considera que la Tierra (y las diosas y las mujeres) deben domesticarse y dominarse, se teme a los dragones y serpientes que San Miguel aplasta, San Patricio expulsa y San Jorge Mata.»
Viaje a Avalon: la peregrinación de una mujer en la mitad de la vida, Jean Shinoda Bolen
A modo de conclusión, y habiendo dejado muchos ejemplos fuera, la historia de las mujeres y las serpientes en la iconografía mitológica y religiosa se ha ido moviendo de manera paralela. Partiendo de un inicio en el que ambas eran conocidas como símbolos de sabiduria, creación, fertilidad, fortaleza y protección, símbolismo por el cual la concepción animista propia de los antiguos pueblos convirtieron a la serpiente en una representación de la propia mujer, ambas fueron pasando poco a poco por un proceso de criminalización y asesinato. Ahora tenemos la oportunidad de resignificar estas historias y leyendas y encontrar la verdad que se esconde detrás de ellas.
«En muchas imágenes, se representa a Lilith con una parte del cuerpo de serpiente. Esto nos recuerda el símbolo de Şahmaran. En las estructuras del paradigma mecanicista actual, se define a Lilith como amiga de la serpiente, y como una identidad maldita; pero en las mujeres, que son una de las fuerzas fundamentales de la civilización democrática, que es un río por derecho propio, la imagen de Şahmaran, que tiene cabeza de mujer y cuerpo de serpiente, aparece en los ajuares que las mujeres bordan con sus propias manos y con el esfuerzo de sus ojos. Y este saber ocupa su lugar en la vida de las mujeres como un proceso de protección, una sabiduría, un conocimiento médico.»
Protectoras del sentido a través del sentido: las Yazidíes. Nagihan Akarsel, Revista Jineolojî número 5