¡Soy Sakine Cansiz!

Necibe Qeredaxi

Desde el momento en que el ser humano es consciente de su existencia como una voluntad, se ha planteado continuamente preguntas fundamentales, siempre buscando las mejores y más satisfactorias respuestas que den sentido a su vida, tanto personal como social. La pregunta «¿Quién soy yo?» ha sido la pregunta de la mayoría de los buscadores de la verdad, filósofos, profetas y líderes de movimientos sociales. «¿Quién soy yo?» podría ser una de las preguntas más importantes en la vida de toda persona corriente, independientemente de su color, etnia, sexo, religión, secta, lengua y cultura. Esta pregunta tiene un significado aún más profundo para las personas y los grupos sociales cuya identidad, existencia, cultura e historia se niegan o, lo que es peor, se enfrentan a un genocidio físico y cultural. Se convierte en un catalizador de distintos tipos de acción en comparación con otros.

Esto comienza a un nivel individual, convirtiéndose en una fuerza motriz para el autocuestionamiento y más tarde se transforma en conciencia. En este proceso, estas personas se buscan conscientemente unas a otras para alcanzar el nivel de un grupo autodefensivo. Al hacerlo, trabajan juntos para construir algo nuevo y prefigurar una forma de vida, que escenifica su existencia frente a las fuerzas que los niegan, como individuos y grupos. El éxito de este proceso de preguntas y respuestas depende de que los individuos estén inmersos en su memoria histórica. Una memoria que, con cada cambio, preserva las raíces de su identidad y se renueva, renaciendo cada día.

Este proceso necesita también otras motivaciones: conciencia desde las profundidades de la memoria histórica y social, coraje y persistencia a pesar de los obstáculos, determinación para todos los pasos incluyendo el autosacrificio, el poder de luchar contra toda fealdad, y el compromiso de las promesas con aquellos que se buscaron el uno al otro en los pasos iniciales y se encontraron dentro del círculo de esta búsqueda. Sin extenderme más en esta introducción, hablaré de los pasos que indican tal nacimiento. No se trata sólo un nacimiento físico, sino del proceso de dar a luz una nueva identidad, más allá de esa falta de identidad y más allá de la identidad que la ideología y el conocimiento de quienes detentan el poder han impuesto a lo largo de la historia, especialmente en las mujeres. Están en juego procesos de renacimiento y de autoconstrucción.

Una de esas personas que dio un profundo significado a este proceso desde la etapa de la autoconciencia hasta los 56 años fue Sakine Cansiz, conocida como «Sara». Nació el 12 de febrero de 1958, en un frío invierno en el pueblo de Takhti Khalil en Dersim, Kurdistán del Norte, 20 años después del mayor genocidio del siglo XX (el Genocidio de Dersim de 1938). Sus padres, su abuela y muchos familiares suyos fueron supervivientes del Genocidio de Dersim. En aquellas campañas de exterminio del Estado turco, ser kurda y aleví no era el único delito: ser mujer en la sociedad kurda, atrapada entre la ocupación estatal y las relaciones tribales, era encontrarse en una situación paradójica. Por un lado, eran un eslabón débil de la subyugación y las múltiples capas de ocupación y, por otro, poseían una energía siempre dispuesta a la rebelión.

Sakine era la hija mayor de la familia y cargaba con muchas responsabilidades domésticas. Su madre era una mujer rebelde, mientras que su padre era un hombre tranquilo y paciente. En general, debido a la influencia de la cultura aleví, las mujeres eran respetadas en su familia. Sakine recibió sobre todo la influencia de su abuela. En el primer volumen de su libro Toda mi vida fue una lucha, Sakine Cansiz describe así a su abuela:

«Las características de mi abuela siempre me llamaron la atención, la admiraba y observaba todos sus comportamientos… Nunca apagaba el fuego. Por la noche lo cubría de ceniza y volvía a destaparlo al amanecer. Para ella, era pecado ir a otra casa a traer o dar fuego. Si alguien le pedía fuego, se enfadaba con él y le aconsejaba que guardara su propio fuego bajo las cenizas de la noche anterior… Para Eze (la abuela), la vida consistía en mantener el fuego, rezar durante los eclipses lunares y solares y estar conectada con la tierra»[1].

El dicho de que la naturaleza es la primera maestra de la humanidad encaja perfectamente con la abuela de Sakine. Cómo no aprender de ella el espíritu patriótico y la conexión con la tierra y la sociedad. Cuando to dos los días rezaba mirando al sol, diciendo:

«Oh Ángel de la Aurora, que creaste la tierra y el cielo

Escribe buena fortuna para nosotros, pobres e inocentes humanos.

Oh Madre Fátima, Oh Hazrat Ali, Hassan y Hussein, tomad vuestra espada.

Sé un escudo para nuestros jóvenes, protégelos y …

Muestra tu valentía Libera Kurdistán y Dersim. Oh Khizr, Gran Khizr»[2].

Es probable que se trate del mismo «Khizr Zine» que conocemos por las historias de nuestras abuelas. Sakine asistió a la escuela primaria en Khozat y terminó allí también la secundaria. Su hermana recuerda un momento importante de aquella época en relación con su padre:

«En aquella época, nuestra madre estaba en Alemania. Nuestro padre se levantaba temprano, cepillaba el pelo de Ferida y Nesibe, luego Sakine nos preparaba y nos enviaba a la escuela antes de irse él».

Al principio, sólo conocía el Dimli (Zazaki) porque era el dialecto que hablaba su familia en casa. En la escuela, Sakine aprendió turco a través del sistema educativo, ya que el kurdo estaba prohibido desde la creación de la República Turca hasta hoy. Sin embargo, su madre siempre le decía: «Nunca te avergüences de ser kurda».

En 1968, cuando el mundo se despertaba con las revueltas estudiantiles y la revolución del 68, y los grupos de izquierda crecían en Turquía y el Kurdistán, Sakine comenzó durante sus años escolares su primer cuestionamiento, empezando por la cuestión lingüística. Más tarde, al escuchar de los ancianos historias del genocidio de Dersim, se dio cuenta de la opresión a la que se enfrentaba la sociedad kurda. Oír hablar de esta opresión acumuló preguntas y la búsqueda de respuestas en Sakine, gota a gota, día a día. Aunque los ancianos susurraban sobre estos sucesos por miedo, en ese silencio aterrador empezaron a surgir su curiosidad por el conocimiento y su espíritu aventurero. ¿No se dice que «la libertad empieza en la infancia»[3]? A partir de esa etapa, su determinación demostró que el miedo de los ancianos creó en ella valor en lugar de silencio, creó curiosidad y cuestionamiento en lugar de retraimiento. En lugar de ser una mera observadora, se lanzó de lleno a los conflictos y las preguntas, en busca de respuestas.

Con respecto all primer contacto de Sakine con la vida revolucionaria, Ali Haydar Kaytan (camarada Fuad), que más tarde se convertiría en uno de los miembros fundadores del PKK, dice:

«Era 1974, su casa en Dersim estaba en el barrio de Dag (Montaña). Había una casa grande al lado de la suya. A menudo nos quedábamos allí, pero de vez en cuando visitábamos esa casa de estudiantes cerca de la casa de la camarada Sara. Así fue como esos camaradas influyeron en la camarada Sara».

Su hermano Metin Cansiz describe esos momentos, diciendo:

«Sakine se sentía atraída sobre todo por los izquierdistas. Participaba en sus marchas y manifestaciones. Hacía preguntas, pero nunca se afilió a ningún grupo ideológico. Después de conocer a los revolucionarios del Kurdistán, se volvió muy activa».

Su primo Nurcan Yildirim, que conoció este periodo de la vida de Sakine, dice:

«Era 1974-1975, ella hablaba del Kurdistán. En aquella ciudad, oí por primera vez la palabra ‘Kurdistán’ de boca de aquella mujer. Me hablaba de sus camaradas estudiantes, y en su pared había un dibujo de Leyla Qasim. Me dijo: ‘Me la dibujaron y me la regalaron'».

Sus camaradas estudiantes (que fueron el primer grupo de revolucionarios del Kurdistán) sabían que sus tendencias liberadoras como mujer les llamaban la atención, y vieron su admiración por Leyla Qasim.

En el primer volumen de sus memorias, Sakine Cansiz escribe:

«La inspiración que dieron al trabajo político y revolucionario me puso en un camino que cambió toda mi vida. Conocí a varios hombres que vivían cerca de nuestra casa; su estilo de vida, sus interacciones y su actitud hacia los valores influyeron en mí, y vi en ellos la antorcha de la libertad de Dersim.»

Tras el golpe militar de 1971 en Turquía, conectó con la juventud revolucionaria y se unió al movimiento revolucionario de Elazığ, en el Kurdistán del norte. Sobre sus intereses, dice:

«Leí muchos libros, que me aportaron alegría y aprendizaje. Había discusiones ideológicas, y quienes defendían esas ideologías no eran gente corriente. Tenían personalidades influyentes y creaban entusiasmo en su entorno. Al principio, todo el mundo se burlaba de ellos, llamándoles 4-5 nacionalistas kurdos rebeldes. Más tarde, su nombre cambió a Revolucionarios del Kurdistán, y se llamaron Apocu[4]».

Participó activamente y estuvo presente en la primera reunión revolucionaria celebrada en Dersim a finales de 1976.

Sakine siempre tuvo conflictos con actitudes retrógradas, impositivas y tradicionales. Era una mujer que se revelaba contra las costumbres y las tradiciones. El activismo de Sakine enfurecía a su madre. Siempre estaban peleando. Sobre la personalidad de su madre, Sakine dice:

«Aunque me llevó a desarrollar una personalidad rebelde, ¡también me enseñó a luchar! Estoy muy en deuda con ella por eso».

Como daba sentido a todo lo que ocurría a su alrededor, en lugar de cortar los lazos de relación, en su juventud intentó comprender. Esta fue la característica que atrajo la atención del primer grupo de revolucionarios desde el principio, justificando con creces el título que más tarde se convirtió en el nombre de sus memorias en tres volúmenes: «¡Toda mi vida fue una lucha!».

En el invierno de 1976-1977 se celebró en Dersim la primera reunión ampliada de los Revolucionarios del Kurdistán. Escuchó por primera vez la frase «Kurdistán está colonizado» de boca de Abdullah Öcalan, líder del grupo, en esta reunión que contó inicialmente con 60 participantes, en la casa que llamaban el «Palacio Blanco» de Dersim porque estaba pintada de blanco. Por primera vez, se familiarizó a fondo con los conflictos nacionales y de clase y se embarcó en un largo viaje que, como ella dice: «¡Toda mi vida fue una lucha!». Se esforzó para que las mujeres tuvieran un papel en la lucha de liberación nacional y participó activamente. Por ello, fue la primera mujer del movimiento que organizó a las mujeres allá donde iba.

Durante este periodo, Sakine Cansiz sintió que ya no podía seguir viviendo como una mujer corriente y buscó una alternativa que le permitiera moverse con más libertad en la lucha revolucionaria. Sakine quería convertirse en revolucionaria y vio la solución en irse de casa, buscar y encontrar una excusa, que fue el matrimonio. Este camino constituía un método para muchas revolucionarias de la época, ya que salir de casa no era fácil para las mujeres. Sakine se lo dijo a su madre y a su familia:

«Quiero a Baki Polat, mi primo. Ya preguntó antes por mí y no accedisteis. Es un revolucionario y me voy con él; él no impedirá mis actividades revolucionarias».

Más tarde, se casó con Baki y se fue a Izmir. Sin embargo, Sakine ya se había ido de casa y había logrado parte de su sueño -no se comprometió con la vida matrimonial porque sus objetivos eran otros. Trabajó en una fábrica de chocolate para ganarse la vida mientras organizaba a las mujeres en general, en particular a las trabajadoras inmigrantes de países de Europa del Este en la fábrica.

Tras los conflictos con su familia, especialmente con su madre, el segundo conflicto de Sakine comenzó con Baki tras su matrimonio. Por un lado, Baki era miembro de «Liberación del Pueblo» que, al igual que su organización, no consideraba que el Kurdistán estuviera colonizado, y por otro, Baki Polat quería que Sakine fuera una esposa tradicional únicamente comprometida con la vida familiar, lo cual era imposible para Sakine. En la fábrica donde trabajaba, organizó a mujeres y jóvenes, lo que provocó que la despidieran a ella y a varias más. Los trabajadores iniciaron manifestaciones y huelgas. Sakine fue detenida por llevar una pancarta en la que se leía. «Kurdistán está colonizado». Por estos esfuerzos, Sakine fue llevada a los tribunales, donde gritó «Abajo el colonizador». No se conformaba con gritar consignas de «pan, trabajo y libertad», porque creía que en un país y una sociedad ocupados, donde se negaba la identidad, la historia y la cultura, el trabajo y el pan por sí solos no significaban nada. Ella veía el verdadero socialismo en el fin de la colonización y la lucha conjunta de los pueblos, y para ello organizó a los trabajadores sin discriminación.

Cualquiera que esté algo familiarizado con la vida de Sakine sabe que siempre asumió tareas difíciles. Cuando regresó al Kurdistán, empezó a organizar a las mujeres de Çewlig (Bingöl), una de las regiones más conservadoras del Kurdistán del norte. En un lugar donde la gente tenía miedo incluso de decir que eran kurdas, creó varios grupos de mujeres de 3 a 5 personas y les dió el valor de organizarse. A pesar de las barreras familiares y sociales, las mujeres se reunieron en torno a las consignas del primer grupo revolucionario y se encontraron a sí mismas en él. Sakine ejerció una gran influencia sobre ellas. Sobre este periodo, Sakine dice:

«Dijimos que las mujeres debían participar en la lucha de liberación nacional, ya que así es cómo pueden llegar a ser libres y dar pasos hacia la verdadera libertad».

Sus primeras lecciones para las mujeres fueron sobre los efectos del sistema capitalista en ellas, y siempre decía: «Las mujeres son vistas como mercancías». Al principio, las mujeres se sentían incómodas con este término, pero ella explicaba con paciencia a qué se refería con la mercantilización de la mujer. La lucha de Sakine Cansiz entre las mujeres de Çewlig, Xarpêt (Elazığ) y otras regiones inspiró a las revolucionarias del Kurdistán. Se organizó no sólo entre las mujeres, sino en todos los sectores de la sociedad. Generó confianza, fe y esperanza en un pueblo que se había enfrentado a un intento de genocidio.

Los frutos de su trabajo en estos últimos años habían alcanzado el nivel de comenzar una nueva fase de lucha. La fase de avanzar hacia el establecimiento de un partido revolucionario que respondiera a las necesidades de libertad e independencia de la declaración «Kurdistán está colonizado». En la última semana de noviembre de 1978, en el pueblo de Fis, en el distrito de Lice de Amed (Diyarbakır), se celebró el primer congreso del movimiento. Sakine Cansiz (Sara), junto con Kesire Yildirim (Fatma), fueron las primeras mujeres que participaron en el congreso fundacional del PKK. Estaba muy contenta porque se preparaban para una etapa histórica y llenaban un gran vacío en el Kurdistán.

Mientras se redactaban el manifiesto y el programa, Sakine se preparaba para la lucha de las mujeres, e incluso planearon llamarla «Grupo de Chicas»[5], compuesto por todos los cuadros y simpatizantes. Investigaron sobre la lucha de las mujeres e incluso se prepararon para escribir un panfleto. Más tarde, Sakine viajó por todo el Kurdistán, haciendo un seguimiento y analizando las condiciones de las mujeres.

En el Primer Manifiesto del movimiento, se hacía un análisis de la mujer en el que se afirmaba:

«El destino de las mujeres es como el destino del pueblo kurdo. Las mujeres deben establecer su propia organización de masas. Si el objetivo es construir un Kurdistán democrático, entonces hay que eliminar las presiones tribales y de los compradores. Los extranjeros querían influir en las distintas clases sociales, pero las mujeres son el segmento de la sociedad en el que no pueden influir. Las mujeres están esclavizadas desde la época de la sociedad de clases».

En 1979, tras el congreso, Sakine Cansız recibió el encargo de organizar a las mujeres de Elazığ (Kharput) y preparar la educación femenina. Siguiendo las directrices organizativas, las mujeres comenzaron a estudiar derecho romano y a investigar sobre la mujer en todo el mundo. Iniciaron esta lucha para construir los cimientos del movimiento de mujeres a partir de 1979. En una ocasión, ochenta mujeres se reunieron en Dersim. En circunstancias normales, una reunión así nunca se habría producido, sobre todo porque las mujeres no podían discutir sus problemas cuando había hombres presentes.

El Estado era consciente de estos pasos y llevó a cabo operaciones contra revolucionarios y otros grupos de izquierda y socialistas. Sobre esta época, Sakine dijo:

«Es maravilloso luchar y vivir con odio contra tu enemigo. Siempre me dije que si nuestra existencia les intimida, siempre será como una maldición para ellos».

El 18 de mayo de 1979, tras un golpe de Estado, Sakine y muchos de sus compañeros fueron detenidos en Elazığ. En prisión, demostró una fuerte resistencia tanto contra la tendencia predominante a la rendición dentro del movimiento como contra las autoridades estatales. El Estado utilizó diversos métodos de tortura, como la horca, la electrocución, el aislamiento en celdas frías y oscuras, el desnudamiento, la alimentación forzada con excrementos, etc. Su resistencia sorprendió a los funcionarios de prisiones. Se enfrentó con gran valentía a sus torturadores. La tristemente célebre prisión de Diyarbakır, conocida por torturadores como Esat Oktay, fue donde disfrutó especialmente torturando a Sakine y deseaba oírla gritar aunque fuera una sola vez bajo tortura, pero nunca lo hizo.

Sakine describió las condiciones de la prisión comparándolas con los campos nazis, diciendo:

«La humanidad en los campos nazis era un cadáver silencioso y desvergonzado, el cuerpo desnudo y expuesto. La esperanza moría en esos ojos sin sentido. Aquellos cadáveres sólo se movían cuando les llegaba el turno de la muerte. Si uno se pregunta si existe un lugar así en la Tierra, no hace falta mirar muy lejos: ahí está Amed (Diyarbakır)».

Cuando Esat Oktay se enfrentó a ella diciéndole: «Debes aceptar lo que se te dice, muchos han venido y se han ido, ¿sabes quién soy?». Sakine respondió: «¿Sabes quién soy? Soy una revolucionaria, está claro que no conoces a los revolucionarios.» – y cuando él la atacó, ella le escupió en la cara.

Permítanme traducir y adaptar esta narración sobre la resistencia de la presa política kurda Sakine Cansız y experiencias en las cárceles turcas:

El incidente de escupir en la cara a Asad Oktay se convirtió en una historia legendaria transmitida tanto dentro como fuera de la prisión. La postura de Sakine la llevó a ser reconocida como símbolo de resistencia en todo pabellón de mujeres y en toda la prisión. La resistencia de Sakine y sus compañeras durante su huelga de hambre en la prisión de Amed se convirtió en un renacimiento para las mujeres kurdas y para el pueblo kurdo en particular.

Su coraje y valentía en prisión impresionaron a todas las reclusas, tanto a las políticas como a las no políticas. Un día, a través de un agujero en la pared de su pabellón, descubrieron que un guardia de prisiones espiaba regularmente a las mujeres a través de él. Cuando las presas se lo comunicaron a Sakine, ésta preparó una emboscada y clavó una aguja de tejer en el ojo. El guardia gritó de dolor y Sakine fue torturada por este acto de rebeldía.

Gültan Kışanak, el alcalde encarcelado del HDP de Amed que estaba en la misma prisión en ese momento, describió a Sakine:

«Se relacionaba con todos los presos. Cuidaba de los que habían sido torturados, masajeando sus cuerpos magullados para evitar coágulos de sangre después de haber sido golpeados con porras y cables.»

Debido a sus actos de resistencia contra la administración y los guardias de la prisión, Sakine Cansız fue trasladada a la prisión de Amasya. Allí, fue llevada ante el director de la prisión llamado Şükrü. Su enfrentamiento se convirtió en una defensa abierta de su identidad política. Cuando el director trató de establecer su autoridad, diciendo «Yo soy Şükrü, llevo tanto tiempo dirigiendo esta prisión que aquí no pasa nada sin que yo lo ordene,» Sakine respondió desafiante:

«Soy Sakine Cansız, una de las fundadoras del PKK. Estoy aquí ahora y tengo mis propios principios. No reconozco nada más».

Mientras estuvo allí, hizo varios intentos de fuga, pero fueron infructuosos a causa de los informadores. Debido a estos esfuerzos por liberarse de la celda que aprisionaba su cuerpo, se ganó el apodo de «Mariposa» por parte de sus compañeras de celda.

En respuesta al golpe del 12 de septiembre de 1982, que pretendía doblegar la voluntad popular, sólo quedaba una ventana de esperanza: la resistencia de los presos revolucionarios. Quienes participaron en esta resistencia aportaron nueva vida a una sociedad al borde de la muerte. Los revolucionarios kurdos comprendieron dos puntos clave: en primer lugar, que la libertad del Kurdistán como cuestión nacional dependía en parte del cambio de mentalidad del sistema estatal genocida y negador, pero aún más importante era el despertar del propio pueblo kurdo; y en segundo lugar, que la resistencia y la defensa de la identidad y los valores en este movimiento no se limitaban a los hombres: la participación de las mujeres en esta resistencia abrió el camino a una importante transformación social.

La resistencia de Sakine Cansız allanó el camino hacia la libertad tanto de las mujeres como de la sociedad. De ahí surgió el lema «Sin la libertad de la mujer, la sociedad no puede ser libre». Lo que había debilitado a la sociedad kurda no eran sólo los efectos de la colonización, sino también la enfermedad social y el atraso que la colonización había interiorizado en la identidad kurda.

Sakine fue la primera mujer en la historia de Turquía que resistió a tal nivel, convirtiéndose en una figura ejemplar de heroicidad. Sakine nunca aceptó las condiciones de una vida ordinaria y luchó constantemente contra tales circunstancias, sin rendirse jamás. Pasó gran parte de su juventud encarcelada en varias prisiones (Elazığ, Malatya, Bursa, Amed y Çanakkale).

En 1991 fue puesta en libertad. Tras su liberación ingresó en la Academia Mahsum Korkmaz, en el valle libanés de Bekaa, y participó en un curso de formación ideológica dirigido por A. Öcalan. Allí participó en la primera conferencia de presos políticos y posteriormente llevó a cabo labores organizativas en Palestina, Siria y Rojava.

Después de este periodo de entrenamiento, Sakine pidió ir a las montañas del Kurdistán. Öcalan, con los votos de los camaradas de la academia, accedió a su petición de ir a las montañas del Kurdistán, creyendo que como ella había desempeñado un papel en la fundación del PKK desde el principio, él no podía tomar esta decisión por ella. Cuando la mayoría de las compañeras de la academia apoyaron la decisión de Sakine de ir, Öcalan dijo: «Sara, has ganado». Sakine se alegró muchísimo…

«Yo era muy decidida y testaruda: cuando me proponía algo, definitivamente lo lograba. Todo lo que quería se hizo realidad poco a poco. Vi a los dirigentes, vi la mitad del Kurdistán, vi y sentí el amor por la libertad de la gente. Me dije a mí misma que si iba a las montañas y mi sueño de convertirme en guerrillera se hacía realidad, entonces todo sería como yo deseaba».

Más tarde, Sakine fue a las montañas del Kurdistán con gran pasión, participando en actividades y operaciones guerrilleras. Desempeñó un papel activo en los congresos y conferencias del Movimiento por la Libertad de las Mujeres del Kurdistán y del movimiento en general, teniendo un papel decisivo en todas las conferencias y congresos. También era una escritora de gran talento, lo que llevó a Öcalan a sugerirle que escribiera la historia de su vida y sus memorias.

A pesar de las duras condiciones de las montañas del Kurdistán, mantenía una vida muy limpia y disciplinada. El ejercicio era una de sus pasiones y hábitos diarios. Se levantaba temprano por la mañana y hacía ejercicio en el entorno montañoso, incluso durante las nevadas, y recogía hierbas primaverales de las tierras altas. Le encantaba escribir sus memorias, siempre llevaba su cuaderno en el bolso y lo sacaba para escribir siempre que tenía la ocasión.

Öcalan, al describir el carácter de Sakine, no pudo ocultar su asombro y le dijo:

«Eres una chica muy resistente. Te hemos hecho pasar muchas penurias, pero sin duda esto no tiene sentido. ¿Qué podemos hacer? Es nuestra lucha y nuestro combate lo que te ha llevado a este nivel… Puedes tener una personalidad completa. Tu coraje y sacrificio, cien veces más que el mío, te dieron fuerza».

Cuando en 1987 se creó en Hannover la primera organización autónoma de mujeres (Unión de Mujeres Patrióticas del Kurdistán) dentro del movimiento, Sakine estaba en prisión. En el segundo congreso, celebrado en 1989, Sakine desempeñó un papel importante al enviar una carta de orientación desde la cárcel que se leyó en el congreso. El tema principal de ese congreso fue la autonomía de las mujeres (prácticas independientes y especiales de organización) y cómo desarrollarla. Desde las montañas del Kurdistán, se enviaron al congreso fotos de 50 guerrilleras bajo el mando del camarada Azime, lo que creó un gran entusiasmo entre las mujeres y presentó una nueva imagen para todos.

El tercer congreso de la Unión de Mujeres Patrióticas del Kurdistán se celebró en Europa en agosto de 1991, con la asistencia de unas 1.500 delegadas. El congreso decidió establecer una educación autónoma para mujeres en lengua kurda, adoptando una postura clara y contundente contra la limpieza étnica. También decidieron publicar la revista «Jina Serbilind» (Mujer orgullosa), que se convirtió en la primera revista femenina.

Tras regresar a las montañas del Kurdistán, Sakine Cansız permaneció en Botan en 1994. Ese año se produjeron intensos combates y ella formó parte de la unidad móvil, que era la más combativa y la que se enfrentó a más batallas. En 1995, se decidió celebrar un congreso de mujeres en las montañas del Kurdistán. Sakine desempeñó un papel clave en el comité preparatorio del primer congreso de la Unión de Mujeres por la Libertad del Kurdistán (YAJK). Prepararon los estatutos, el programa y los informes del movimiento en Metina, en el pueblo de Beshiri, en una gran cueva histórica llamada simbólicamente «Templo de las Mujeres». El congreso contó con representantes de todas las regiones y con la participación de 350 delegadas. Fue la primera experiencia histórica y el primer paso del movimiento por la libertad de las mujeres kurdas en las montañas del Kurdistán.

Este paso monumental llegó tras la militarización de las mujeres kurdas. Era un ejército que rompería todas las desigualdades, haría añicos el muro del miedo, sacaría a las mujeres de sus casas y las llevaría a la lucha. Más allá de su aspecto militar, este ejército desarraigó fundamentalmente la mentalidad conservadora imperante en el Kurdistán y mostró a los hombres las normas con las que las mujeres querían vivir. En todos estos pasos, Sakine fue una pionera colectiva. Comprendió profundamente que Öcalan había abordado la contradicción más profunda de la historia y que el cambio democrático era imposible sin este enfoque revolucionario radical.

Respecto a este paso, Sakine dijo:

«La militarización de las mujeres no se limita a ser una fuerza armada. La creación del ejército de la libertad significa desarrollo ideológico y político, acción, voluntad y creación de poder y moral. También significa crear las bases para la unidad con el pueblo. Significa abordar las principales demandas de la gente, organizarse colectivamente de acuerdo con las necesidades de la gente, crear una organización que englobe todo esto.»

Tras adquirir una amplia experiencia práctica en las montañas del Kurdistán, Sakine regresó a la academia de formación de cuadros con una gran experiencia y una base teórica donde se necesitaban nuevas perspectivas y análisis. Justo en el momento en que Turquía y las fuerzas internacionales preparaban una red conspirativa para expulsar a Öcalan de Siria, durante un panel de Media TV con Abdullah Öcalan, Sakine y varias compañeras, se anunció el proyecto de liberación de la mujer. Se considera que esta fue una de las etapas más fundamentales e importantes de la lucha del movimiento por la libertad de las mujeres kurdas, que tuvo lugar precisamente cuando la ideología del movimiento estaba perdiendo cada vez más sentido a causa de las oleadas de propaganda neoliberal a escala mundial.

Esta etapa se había formulado tanto en la teoría como en la práctica a lo largo de muchos años para responder a la pregunta «¿cómo vivir?» y requería redefinir históricamente la relación entre hombres y mujeres en la sociedad kurda y fuera de ella. El periodista turco Maher Sayan, en una entrevista con Öcalan, describió esta relación como «fuego y gasolina», refiriéndose a la transformación de una relación tradicional de amo-esclavo entre un hombre dominante y una mujer tradicional a una relación libre. Según la ideología de la liberación femenina, esta nueva relación se basaba en principios de amor a la tierra, lucha, organización, voluntad y pensamiento libres, y ética estética. Este paso cambiaría no sólo el destino de la sociedad kurda, sino el de toda la región, con repercusiones mundiales. Este fue el diálogo histórico, filosófico y práctico entre Abdullah Öcalan y Sakine Cansız.

Tras la formación en la academia de cuadros, Sakine (camarada Sara) regresó a la academia en 1998. Tras un nuevo diálogo y análisis sociológico con Öcalan, trasladó su lucha a Europa, donde continuó el trabajo organizativo y abrió un frente más amplio en el trabajo de lobby. Dio pasos significativos tanto entre los amigos del pueblo kurdo como en la lucha diplomática. En 2018, durante nuestro primer campamento de Jineolojî en Bilbao, País Vasco, descubrimos que Sakine fue la primera mujer kurda que visitó Bilbao al llegar a Europa en 1998, reuniéndose con mujeres vascas. Mujeres activistas y académicas vascas destacaron la fuerte personalidad y el amplio horizonte intelectual de Sakine.

Cada vez que Sakine visitaba un hogar, dejaba un poderoso recuerdo e influía enormemente en el desarrollo del espíritu patriótico. Estableció relaciones de camaradería no sólo con los hogares kurdos, sino también con figuras de izquierda, socialistas e internacionalistas, abriendo amplias vías de lucha, resistencia y colaboración. Les dio a conocer el Kurdistán y el movimiento de liberación, encontrando apoyo para la lucha por la libertad.

Especialmente tras la conspiración internacional contra Öcalan y su encarcelamiento en el confinamiento solitario de İmralı, Sakine llevó a cabo un trabajo de lobby país por país mientras explicaba el difícil periodo posterior a la conspiración dentro del movimiento y la sociedad. Especialmente en lo que respecta al cambio de paradigma hacia la Modernidad Democrática, que era a la vez un paso estratégico y conllevaba sus propios riesgos. Sakine trabajó día y noche para mantener la unidad organizativa y cumplir el papel estratégico del Movimiento por la Libertad de las Mujeres Kurdas en la resolución de cuestiones históricas, proporcionando un auténtico liderazgo a las mujeres dentro del movimiento, al tiempo que protegía el movimiento y dirigía el proceso de socialización de la revolución del Kurdistán. Para ello, junto con otros cuadros dirigentes, mantuvo una posición decisiva en todos los congresos posteriores y en los momentos decisivos del movimiento.

Sakine estaba muy segura de que se acercaba una fase crucial en la lucha por la libertad del Kurdistán. Hablando con confianza en Roj TV el 27 de octubre de 2008, dijo:

«Hay una lucha en curso que avanza. Una lucha que ahora se ha convertido en la propia del pueblo kurdo. Ha abierto el camino de la libertad para nuestro pueblo, ha allanado el camino para la organización y la unidad del pueblo kurdo y se ha convertido en la base de la autodeterminación del pueblo.»

En una entrevista de 2011, publicada en la revista Nawaya Jin, y respondiendo a una pregunta sobre las responsabilidades de las mujeres, Sakine dijo:

«Luchamos para no convertirnos en las mujeres que no pueden hacer otra cosa que llorar, luchamos para no convertirnos en las mujeres que visten de negro y lamentan su dolor, por eso estamos en las montañas… El dolor y la opresión que la sociedad y las mujeres han vivido a lo largo de la historia y siguen viviendo hoy en día tiene que ver con la concienciación, con la creación de conciencia, de pensamiento y perspectiva, y de medios de lucha. Sólo podremos superar esta situación mediante una amplia organización».

Cuando se debatió en Europa la creación de una Fundación de Mujeres y su nombre, se sugirió ponerle el nombre de Sakine, al igual que muchas instituciones recibieron el nombre de Rosa Luxemburgo. En aquel momento, Sakine dijo: «¿Por qué planean matarme?». Evidentemente, intuía que quienes no pudieron eliminarla en la cárcel ni en las montañas del Kurdistán la habían perseguido hasta Europa. En el centro conocido por los «derechos humanos» y la «democracia», tuvieron éxito en su conspiración contra ella.

El 9 de enero de 2013, en el Centro de Información del Kurdistán, en la calle más transitada de París, Sakine Cansız (Sara), la miembro del Congreso Nacional del Kurdistán Fidan Doğan (Rojbin), y la miembro del movimiento juvenil Leyla Şaylemez (Ronahî) fueron asesinadas por un miembro de la agencia de inteligencia turca MIT. Posteriormente, el asesino murió en una prisión francesa en circunstancias misteriosas, lo que condujo al cierre del caso.

Los ocupantes intentaron silenciar la voz de las mujeres kurdas y del pueblo kurdo asesinando a Sakine y a otras mujeres pioneras. Su objetivo: asestar un golpe mortal a la mente inspiradora de este movimiento. Sin embargo, Sakine, tal como había aprendido a tener éxito, se convirtió en la voz y el espíritu de millones de personas frente a la muerte y a sus asesinos, mientras la gente salía a las calles para expresar sus sentimientos sobre esta masacre. Soñaba con ser bañada en flores cuando la recibieran en el Kurdistán como guerrillera. Llevaba en su mochila el dolor, el sufrimiento y la tragedia de su pueblo, transformándolos en esperanza, energía, conciencia y organización mientras viajaba de ciudad en ciudad, de montaña en montaña, de país en país. Pero también comprendió que el camino hacia la paz era largo.

Öcalan evaluó esta masacre y dijo:

«En realidad, querían utilizar esta masacre para impedir mis esfuerzos de paz. Es decir, los que dentro del Estado no quieren que la cuestión se resuelva por medios democráticos querían interrumpir el proceso. La vida de Sakine es un ejemplo. La libertad de las mujeres es la lucha de Sakine. Pediré responsabilidades por Sakine, y lo revelaré…».

Fuente: Revista Tawar

  1. El documental de Sarah https://www.youtube.com/watch?v=oLiq0p6T1x4

  2. Ibid.

  3. A. Ocalan, Más allá del Estado, el poder y la violencia.

  4. La palabra apogee es una abreviatura de quien cree en la filosofía de Abdullah Ocalan, el líder del primer grupo de revolucionarios del Kurdistán.

  5. Dalal Amed, «Lecciones de historia de las mujeres en el Movimiento por la Libertad del Kurdistán».

  6. Ibid.

  7. El documental de Sarah https://www.youtube.com/watch?v=oLiq0p6T1x4.

  8. Butterfly es una película de 1973 sobre la vida de un prisionero, dirigida por Franklin J. Schaffner. El guión fue escrito por Dalton Trumbo y Lorenzo Semple Jr. y cuenta la historia de un preso francés llamado Henri Charier

  9. Abdullah Ocalan, Volumen 1 de «Cómo vivir»

  10. (Dalal Amed), libro «Lecciones de la historia de las mujeres en el Movimiento por la Libertad del Kurdistán».

  11. Ibid

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